LA LOCA VIUDA
El inicio de esta leyenda urbana se remonta a
la época republicana cuando la ciudad de Riobamba era alumbrada por
rudimentarios faroles que apenas competían con la luz de las velas. La
luna llena completaba el ambiente propicio para los aparecidos y cuentos
tenebrosos.
El protagonista de esta leyenda es Carlos,
uno de los tantos bohemios que gustaba embriagarse en las cantinas y no
desaprovechaba la oportunidad de tener un desliz.
Una de aquellas noches de juerga, al
dirigirse a casa, se encontró con una extraña mujer vestida totalmente
de negro y con una mantilla que le cubría el rostro, que le hizo señas
para que la siguiera.
Carlos sin pensarlo dos veces fue tras de la coqueta a lo largo de varias callejuelas oscuras.
Al llegar a la Loma de Quito, el ebrio le dio alcance.
- “Bonita, ¿dónde me lleva? dijo.
Sin dar más explicaciones, la mujer dio la
vuelta y Carlos recibió uno de los impactos más grandes de su vida
porque vio que la cara de la mujer era la de una calavera.
De la impresión, Carlos cayó pesadamente
sobre el suelo mientras invocaba a todos los santos. Logró levantarse y
emprendió la carrera de regreso a casa.
Al llegar, el hombre encontró el refugio en
su devota esposa Josefina. Entendió que la visión fantasmagórica era el
castigo por tantas infidelidades. Y desde entonces se dedicó santamente a
su hogar.
Lo que Carlos nunca se enteró es que su
esposa estuvo detrás del “alma en pena”. ¿Qué había sucedido? Después de
muchas noches en vela, Josefina se armó de valor para castigar las
continuas infidelidades de su cónyuge.
Una vecina le aconsejó darle un buen susto. Para el efecto le prestó una careta de calavera y le recomendó vestirse de negro.
Sin estar segura, pero motivada por su amiga, la señora decidió hacerlo.
Una noche oscura, se trajeó de negro, se puso la careta y se cubrió con un velo. Lo sucedido después ustedes ya lo conocen.
La loca viuda fue el remedio para los
caballeros que abandonaban el hogar por una conquista galante. Los años
pasaron y aún dicen que la loca viuda se aparece en las noches…
LA VIUDA DEL TAMARINDO
GUAYAQUIL
Era un tamarindo antiguo que existía donde era la quinta Pareja. La
quinta Pareja quedaba donde es ahora la Clínica Guayaquil. Las calles
exactamente creo que son: Tomás Martínez y General Córdova, en esa área.
En esa época era una finca. No era una quinta. Se llamaba quinta y era
un lugar abandonado y los tunantes, o sea las personas que andaban tras
del trago, iban solos, y en camino a casa, mira*ban una mujer vestida de
negro que parecía muy bella. En ese tiempo no había pues mayor
alumbrado. En*tonces el tunante, pues, éste que estaba, seguía ¿no?
seguía, perseguía a la viuda ésta, a la aparición ésta, y ésta lo
llevaba siempre a un tamarindo añoso lo llevaba allí. Cuando él iba
pues, cuando él llegaba ya casi al pie del tamarindo y luego se volteaba
y la viuda había sido una calavera de la muerte! Una calavera, de
decir: itremenda! El tunante caía echando espuma por la boca.
VICTOR EMILIO ESTRADA Y EL
PACTO CON EL DEMONIO
Dice
la leyenda que Víctor Emilio Estrada (ex presidente del Ecuador en
1911) era un hombre de fortuna, acaudalado y de sapiencia, todo un
caballero de fina estampa. Las personas de esa época decían que el
caballero había hecho un pacto con el Diablo, y que cuando muriera él
mismo vendría a su tumba a llevárselo. Víctor Emilio Estrada construyó
una tumba de cobre para que el Demonio no invadiera su descanso. Al
morir fue enterrado en su tumba de cobre, una de las más grandes del
cementerio de Guayaquil. El Demonio quiso llevarse su alma al infierno
como habían pactado, pero en vista de que no pudo éste lo maldijo y dejó
varios demonios de custodios fuera de su tumba para que lo vigilaran y
no lo dejaran descansar en paz. Desde ese día Víctor Emilio Estrada no
descansa en paz y todas las noches sale a las 23 horas con su sombrero
de copa y su traje de gala por la puerta uno del famoso cementerio de
Guayaquil, a conversar con las personas que se detienen a coger el bus
en la parada.
LA DAMA TAPADA
Se
dice que la Dama Tapada, es un ser de origen desconocido que se
aparecía en horas cercanas a la medianoche a las personas que
frecuentaban callejones no muy concurridos. Según las historias
relatadas por muchas personas acerca de estos acontecimientos, una
extraña joven se les aparecía, vistiendo un elegante vestido de la
época, con sombrilla, pero algo muy particular en ella era que llevaba
su rostro tapado con un velo, el cual no permitía que las víctimas la
reconocieran. Al estar cerca de la Dama, se dice que despedía a su
entorno una fragancia agradable, y por ello, casi todos los que la veían
quedaban impactados al verla y estar cerca de ella. Hacía señales para
que la siguiesen y, en trance, las víctimas accedían a la causa pero
ella no permitía que se les acercara lo suficiente. Así, los alejaba del
centro urbano y en lugares remotos empezaba a detenerse. Posteriormente
cuando las víctimas se le acercaban a descubrirle el rostro un olor
nauseabundo contaminaba el ambiente, y al ver su rostro apreciaban un
cadáver aún en proceso de putrefacción, la cual tenía unos ojos que
parecían destellantes bolas de fuego. La mayoría de las víctimas morían,
algunos por el susto y otros por la pestilente fragancia que emanaba el
espectro al transformarse. Muy pocos sobrevivían y en la cultura
popular los llamaban tunantes. Desde aquellos acontecimientos, hay
quienes dicen que posteriormente aun transita por los callejones por las
noches.
ATAUD AMBULANTE
Por las
noches y en los ríos que se juntan para formar elgran Guayas,
frecuentemente se observa un ataúd flotando en las oscuras aguas, con la
tapa levantada y unagran vela en la cabecera que ilumina los dos
cadáveresque yacen en su interior. Ahí descansan los cuerpos de la
princesa Mina y su hijo.Mina fue hija del último de los caciques de los
daulis:Chauma. A sus espaldas, y en contra del parecer de supadre, ella
se enamoró de un español con quien se caso ensecreto. Su padre, al
conocer la noticia, se molestó muchoporque los españoles habían matado a
sus antepasados y despojado a su pueblo de sus tierras. Lleno de ira
maldijoa su hija por casarse con un enemigo y convertirse encristiana.
La maldición de Chauma condenó al espíritu de Mina a no tener descanso
después de que se separara desu cuerpo. Luego de unos días, Mina,
abrumada por la melancolía quele provocó la huida de su casa y al
conocer la muerte de supadre cuando éste se disponía a asaltar la ciudad
de Guayaquil, falleció dando a luz a su primogénito que también nació
muerto. Su esposo dio cumplimiento al último deseo de la princesaque,
presintiendo un triste desenlace, pidió que al morirno la enterrase sino
que, colocada dentro de un ataúd, ladejase en el río con la tapa de la
caja levantada. Apenassu esposo abandonó el ataúd en el río, éste, en
vez dehundirse permaneció en la superficie y partió como unaflecha a la
ribera más lejana. Cuando llegó, se dirigió deinmediato hacia la otra
orilla y así indefinidamente, almismo tiempo que apareció una vela
encendida en sucabecera para poder ver los cadáveres.Desde entonces,
ciertas noches, se observa el ataúd porlos ríos Daule y Babahoyo. Muchos
navegantes aseguran haber visto con claridad los dos cadáveres y una
nube demoscas que los rodea, sobre todo en la noche del 25 defebrero,
aniversario del deceso de la princesa, cuando porúnica vez el ataúd se
queda quieto en la superficie delagua ofreciendo a los curiosos la
oportunidad decontemplarlo.
ORIGEN DE LAS LEYENDAS ECUATORIANAS
Las leyendas
ecuatorianas en su mayoría tienen su origen en época de la conquista española.
Nace de anécdotas y experiencias de celebres personajes de ese tiempo que al
ser transmitidos de una a otra persona el ingenio popular va dejando sus
huellas hasta convertirla en una historia un tanto real y un tanto ficticia,
que se han ido contando de generación en generación.
LEYENDAS QUITEÑAS
CANTUÑA
Famosa es la leyenda que cuenta cómo el convento de San Francisco de Quito fue
construida por Cantuña mediante pacto con el diablo. Ésta relata cómo Cantuña
contratista, atrasado en la entrega de las obras, transó con el maligno para
que, a cambio de su alma, le ayudara a trabajar durante la noche. Numerosos
diablillos trabajaron mientras duró la oscuridad para terminar la iglesia. Al
amanecer los dos firmantes del contrato sellado con sangre: Cantuña por un
lado, y el diablo por el otro, se reunieron para hacerlo efectivo.
El indígena, temeroso y resignado, iba a cumplir su parte cuando se dio cuenta
de que en un costado de la iglesia faltaba colocar una piedra; cuál hábil
abogado arguyó, lleno de esperanza, que la obra estaba incompleta, que ya
amanecía y con ello el plazo caducaba, y que, por lo tanto, el contrato quedaba
insubsistente .
Ahora bien, la historia, a pesar de haber contribuido al mito, es algo
diferente. Cantuña era solamente un guagua de noble linaje, cuando Rumiñahui
quemó la ciudad. Olvidado por sus mayores en la historia colectiva ante el
inminente arribo de las huestes españolas, Cantuña quedó atrapado en las llamas
que consumían al Quito incaico.
La suerte quiso que, pese a estar horriblemente quemado y grotescamente
deformado, el muchacho sobreviva. De él se apiadó uno de los conquistadores
llamado Hernán Suárez, que lo hizo parte de su servicio, lo cristalizó, y,
según dicen, lo trató casi como a propio hijo. Pasaron los años y don Hernán,
buen conquistador pero mal administrador, cayó en la desgracia. Aquejado por
las deudas, no atinaba cómo resolver sus problemas cada vez más acuciantes.
Estando a punto de tener que vender casa y solar. Cantuña se le acercó
ofreciéndole solucionar sus problemas, poniendo una sola condición: que haga
ciertas modificaciones en el subsuelo de la casa.
La suerte del hombre cambió de la noche a la mañana, sus finanzas se pusieron a
tal punto que llegaron a estar más allá que en sus mejores días. Pero no hay
riqueza que pueda evitar lo inevitable: con los años a cuestas, al ya viejo
guerrero le sobrevino la muerte. Cantuña fue declarado su único heredero y como
tal siguió gozando de gran fortuna. Eran enormes las contribuciones que el
indígena realizaba a los franciscanos para la construcción de su convento e
iglesia. Los religiosos y autoridades, al no comprender el origen de tan
grandes y piadosas ofrendas, resolvieron interrogarlo. Tantas veces acudieron a
Cantuña con sus inoportunas preguntas que éste resolvió zafarse de ellos de una
vez por todas. El indígena confesó ante los estupefactos curas que había hecho
un pacto con el demonio y que éste, a cambio de su alma, le procuraba todo el
dinero que le pidiese.
Algunos religiosos compasivos intentaron el exorcismo contra el demonio y la
persuasión con Cantuña para que devuelva lo recibido y rompa el trato. Ante las
continuas negativas, los extranjeros empezaron a verlo con una mezcla de miedo
y misericordia. A la muerte de Cantuña se descubrió en el subsuelo de la casa,
bajo un piso falso, una fragua para fundir oro. A un costado había varios
lingotes de oro y una cantidad de piezas incas listas para ser fundidas.
EL PADRE ALMEIDA
En
el convento de San Diego vivía hace algunos siglos un joven sacerdote,
el padre Almeida, cuya particularidad era su afición al aguardiente y la
juerga.
Cada
noche, el padre Almeida sigilosamente iba hacia una pequeña ventana que
daba a la calle, pero como ésta se hallaba muy alta, él subía hasta
ella apoyándose en la escultura de un Cristo yaciente. Se dice que el
Cristo, cansado del diario abuso, cada noche le preguntaba al
juerguista: "hasta cuando padre Almeida"…a lo que él respondía: "hasta
la vuelta, Señor"
Una
vez alcanzada la calle, el joven sacerdote daba rienda suelta a su
ánimo festivo y el aguardiente corría por su garganta sin control
alguno…con los primeros rayos del sol volvía al convento.
Aparentemente,
los planes del padre Almeida eran seguir en ese ritmo de vida
eternamente, pero el destino le jugó una broma pesada que le hizo
cambiar definitivamente. Una madrugada, el sacerdote volvía
tambaleándose por las empedradas calles quiteñas rumbo a su morada,
cuando de pronto vio que un cortejo fúnebre se aproximaba. Le pareció
muy extraño este tipo de procesión a esa hora y como era curioso,
decidió ver en el interior del ataúd, y al acercarse observó su cuerpo
en el féretro.
El susto le quitó la borrachera. Corrió como un loco al convento, del que nunca volvió a escaparse para ir de juerga.
LA BELLA AURORA
Esta es una
de las leyendas más famosas de la ciudad de Quito. Y, según cuenta la
historia, todo empezó en la Plaza de La Independencia cuando allí aún no
existía ningún monumento.
En este lugar vivía Bella Aurora, una hermosa joven que asistió con sus padres a una corrida de toros.
Según cuentan quienes asistieron a esa corrida, nadie sabe de dónde
salió un toro negro que se acercó a Bella Aurora de manera muy extraña.
La observó fijamente e hizo que la niña espantada se desmayara del
miedo.
Sus padres desesperados salieron inmediatamente del lugar, llevándola a
su hogar y pidiendo ayuda a un doctor que no se explicaba el por qué
Bella Aurora no podía reaccionar desde aquel susto.
El toro al no ver a la niña en la Plaza, saltó la barrera dirigiéndose a la casa 1028, donde vivía Bella Aurora.
El animal entró en su casa y lleno de furia tumbó la puerta de su habitación.
La joven, que aún continuaba en un estado de nervios, solo alcanzó a gritar y él la embistió, acabando con su vida.
Hasta ahora nadie sabe de dónde salió ese extraño toro y por qué atacó a
la niña. Al parecer ese será un mito que nunca podremos descubrir.
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